A Violeta Parra...

Me la encontré en el camino.

Ella emprendía la retirada y yo estaba llegando…

Hasta hace unos minutos perdí la conciencia de ese encuentro, que sin saberlo, marcó las elecciones de mi vida.

Apenas salía de la adolescencia cuando comencé a entender que los de arriba y los de abajo no se llevan… Dicen que no sabía callarse y qué se le va a hacer! Me lo pegó! Hundí las manos en el barro igualito que Violeta Parra… intenté hacerme cantora (con menos suerte)… tuve dos hijos con uno de sus compatriotas; Viole (vaya a saber por qué), Manu (por su canción para Manuel Rodríguez y Víctor por su gran amigo Jara). Recorrí Chile buscando sus cacharros y arpilleras en vano. A mi regreso, en la ciudad de la Plata, por pura casualidad me las encontré… a escondidas, el extremo de mis dedos se deslizó suavemente por entre los hilos de sus puntadas y tuve que cerrar los ojos frente a la fuerza del reencuentro. Sentí como mi ADN se reacomodaba y terminé la búsqueda. Ahí se quedó, dentro mío para siempre.

Hoy que ya tengo 50, en el año de su centenario, declaro que quiero ser digna de semejante legado. “Y su conciencia dijo al fin/ Cántele al hombre en su dolor/ en su miseria y su sudor/ y en su motivo de existir”.

Diseño inspirado en sus arplleras Thiago de Mello, Arbol de la vida y Contra la guerra

Azulejos – cerámicos - gemas

2015/2017